Pero qué pasa cuando la vida que se muestra no es una vida verdadera y se quiere buscar una forma de “desahogarse” de la presión de la perfección que se pretende promover a través de selfies y vidas “maravillosas”?
En septiembre del año pasado, la National Cybersecurity Alliance publicó los resultados de su estudio, basado en población de Estados Unidos (que por efectos de la globalización básicamente tendría gran afinidad con lo que puede estar pasando en Colombia), sobre las actitudes y comportamientos de seguridad en línea de las familias. En su investigación, preguntaron a los padres y los niños sobre sus experiencias en Internet, qué redes sociales utilizaban, cómo interactuaban en sus círculos familiares con las redes y qué desafíos enfrentaban. El estudio reveló un problema de competencia tanto de padres de familia como de las instituciones educativas en especial los colegios: la mayoría de los adultos NO tienen idea de lo que sus hijos hacen en Internet.
Los investigadores descubrieron que más del 60% de los adolescentes afirmaron tener cuentas en línea que sus padres desconocían. Por el contrario, sólo el 28% de esos padres sospechaban que sus adolescentes tenían estas cuentas secretas. Claramente, hay una desconexión.
Un excelente ejemplo del tipo de cuentas que muchos padres desconocen son las llamadas cuentas “FINSTA”.
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¿QUÉ DIANTRES ES FINSTA?
No debe sentirse mal si no entiende el término, y si lo sabe, felicitaciones, es muy posible que ya haya tomado conciencia sobre esta tendencia, pero además, las felicitaciones van por cuenta de que en muchos casos, ni siquiera los mismos adolescentes conocen el término y tal vez ya estén usando una cuenta FINSTA, pero simplemente la llaman cuenta privada. El significado de “FINSTA” es la unión de dos palabras:
FAKE: FALSO en inglés e INSTAGRAM = “FINSTA”. Coincidencialmente el juego de palabras funciona perfecto en nuestro lenguaje, por lo que el término puede manejarse de la misma forma en Colombia y los países de habla hispana.
El modelo de interacción que ofrece la plataforma de Instagram es el de llegar al mayor número de personas posible, claramente muchas totalmente desconocidas, por cuenta de la posibilidad de lograr algo, así sea poco de la tan anhelada “fama” o popularidad en redes sociales, al tiempo que se expone la vida “cotidiana” en imágenes de aspecto 1:1 (cuadradas). Entonces el éxito en Instagram se mide por cuantos más seguidores se logren obtener.
Diferente en cambio es el juego al tener una cuenta FINSTA, ya que el objetivo de esta cuenta es compartirla solo con personas muy “cercanas”, conocidas directamente, pero solamente cuando se trata de un círculo intimo de amigos, es decir: en una cuenta FINSTA no tiene cabida la familia del adolescente, ya que su propósito es que los jóvenes puedan tener un escape a la presión social y ser personas más “reales” ante ese grupo pequeño de amigos.
Acá es donde el asunto encuentra un giro rayando en lo absurdo, ya que, en resumidas cuentas, los jóvenes llevan vidas perfectas pero “FALSAS” en sus cuentas “OFICIALES” de Instagram, pero en su cuenta “FALSA” FINSTA, revelan su verdadera, personalidad y realidad.
Si bien el objetivo general de una cuenta FINSTA no es el de compartir fotos desnudos o hacer SEXTING como se hace en otras plataformas, que dicho sea de paso están en mora de tomar medidas más drásticas al respecto, no deja de ser válido estar atentos.
Un ejemplo de esto es la adolescente Amy Wesson, una adolescente consultada por el periódico The New York Times en un artículo sobre el tema. Wesson tiene más de 2.700 seguidores de Instagram, pero sólo 50 seguidores en su cuenta secundaria de F-INSTAGRAM. Cuando se le preguntó acerca de la diferencia entre los dos, Wesson señaló que usa FINSTA para “publicar cosas que no querría que otras personas vieran más allá de sus amigos-amigos, como cuadros poco atractivos, historias aleatorias sobre su día y fotos borrachas de fiestas”.
Sin embargo en otros casos, los fines son más básicos y mucho menos “clandestinos”, ya que en ocasiones las cuentas FINSTA son simplemente espacios para compartir pensamientos, bromas, planes y estar conectados con los más cercanos. En este contexto una cuenta FINSTA se convierte básicamente en un simple grupo de WhatsApp.
Esta tendencia lo que demuestra también es que los adolescentes son lo suficientemente inteligentes como para darse cuenta de que las redes sociales presentan una imagen construida en lugar de una realidad, pero la presión de lograr esa imagen puede ser agotadora y el temor de no cumplir con el personaje en línea “perfecto” puede tener consecuencias devastadoras para algunos.
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Los jóvenes llevan vidas perfectas pero “FALSAS” en sus cuentas “OFICIALES” de Instagram, pero en su cuenta “FALSA” FINSTA, revelan su verdadera, personalidad y son más “REALES”.
En 2015, ESPN the Magazine hizo una investigación que fue muy reveladora sobre la vida y la trágica muerte de Madison Holleran, una joven atleta, estrella de la pista de la Universidad de Pensilvania que se suicidó el pasado enero de 2014, debido a la depresión alimentada por una expectativa poco realista de felicidad.
“Las mujeres jóvenes que crecen en Instagram están gastando una parte significativa de cada día absorbiendo las imágenes filtradas de otros mientras caminan a través de sus propias realidades, sin filtrar”, escribe Kate Fagan. En una reciente encuesta realizada por las Girl Scouts, casi el 74% de las chicas estuvo de acuerdo en que otras chicas trataron de verse más “cool de lo que son” en las redes sociales “.
Usted podría estar pensando que si este es el caso, ¿no sería mejor tener una cuenta “realista” para variar, en el mundo construido para agradar de las redes sociales? Pero en realidad el tema no es tan simple. Si bien estas cuentas privadas pueden servir como un punto de inflexión para aquellos que desean tener una experiencia más genuina con las redes sociales, también pueden conducir a una mayor (falsa) sensación de seguridad sobre lo que comparten en línea.
El uso cada vez mayor de los Finstas por parte de los adolescentes debe ser una fuente de preocupación para los padres y educadores porque hay aún menos reglas y más (percibido) anonimato. Para muchos adolescentes, Finsta es algo “sólo por diversión”. Y así lo será, por supuesto, hasta cuando no lo sea – lo que publican es anónimo, hasta que alguien encuentra su cuenta secundaria y todo lo que era inofensivo puede terminar siendo malicioso. La naturaleza anónima de este tipo de comportamiento es lo que lo hace bastante difícil de confrontar, procesar, o incluso prevenir.
Las mujeres jóvenes que crecen en Instagram están gastando una parte significativa de cada día absorbiendo las imágenes filtradas de otros mientras caminan a través de sus propias realidades, sin filtrar. – Kate Fagan
In loving Memory of Madison Holleran
La cuenta de Instagram de Madison Holleran parecía mostrar una feliz y exitosa estudiante de primer semestre, pero detrás de escenas, la atleta de pista de la Universidad de Pensilvania, estaba luchando con su salud mental.
¿ES REALMENTE MALO QUE SU HIJO O HIJA TENGA UNA CUENTA “FINSTA”?
Por una parte, una falsa cuenta de Instagram demuestra una conciencia de los peligros de publicar a una audiencia general contra un grupo más pequeño de amigos y eso tiene su lado “amable”. La preocupación entonces surge cuando un adolescente se llegue a sentir cómodo publicando contenido sensible en su cuenta Finsta, o decide usarlo para acosar anónimamente a otros, seguro en la suposición de que no serán expuestos.
Además, podrían sentir la presión de sus compañeros de tener un cuenta Finsta (como se indica en este artículo sobre Finstagram desde la perspectiva de un adolescente), y lo utilizan de manera irresponsable. Incluso los adolescentes de mayor nivel y socialmente responsables pueden eventualmente sucumbir a la tentación de usar una cuenta anónima de una manera maliciosa.
También sería razonable cuestionarse en principio -como lo hace el artículo del NY Times– sobre la idea misma de la “necesidad” para un adolescente de abrir una cuenta de Finsta. Si el perfil y las fotos de un adolescente de Instagram eran un verdadero reflejo de sus vidas, una cuenta falsa no debería ser necesaria.
Es importante que tanto los padres como los educadores estén bien documentados en todas las formas de uso de los medios sociales, y los Finstas no son diferentes. Sin este conocimiento, puede ser extremadamente difícil para los padres e instituciones comprender con precisión el impacto mental y emocional de estos tipos de cuentas en sus hijos y estudiantes.
La prohibición o el no involucramiento de las dos partes pasa a ser un riesgo mayor, ya que ignorar o hacerse de oídos sordos, y no entrar en el mundo de las redes sociales, es precisamente la mejor formar de exponerse a los riesgos. Es claro que las redes sociales también conllevan grandes beneficios de interacción, acercamiento y conexión con los adolescentes, por lo que siempre será mejor estar que no estar.
¿QUÉ DEBE HACER SI DESCUBRE O SOSPECHA QUE SU HIJO O HIJA TIENE UNA CUENTA “FINSTA”?
Lo básico: hábleles. Averigüe sí y cómo están usando una falsa cuenta de Instagram, y continúe discutiendo la importancia de usar el juicio tanto on como offline.
Es importante seguir recordando a los adolescentes (y a los adultos para el caso) que Internet está escrito en esfero, no en lápiz. De hecho, la misma tecnología y avances de la ciencia hacen que ahora se pueda borrar un tatuaje, pero borrar la historia en Internet, puede básicamentente ser algo imposible. Cualquier foto o video enviado a una cuenta de Finsta está fuera del control de un usuario en el momento en que se publica. El grupo de amigos en los que un adolescente confía a menudo es un grupo muy fluido, y todo lo que necesita es un amigo o amiga “mala leche” que toma una captura de pantalla de lo que publicó, para compartirlo fuera de ese grupo abriendo de esa forma la caja de Pandora y desencadenando una serie de eventos que podrían tener consecuencias desastrosas para todos los involucrados.